Hans Baldung Grien |
Aunque
estaba en el Paraíso,
Adán caminaba por los
senderos
preocupado y triste,
ignorante de cuanto se estaba
perdiendo.
Después Dios fue y creó a Eva
a
partir de una de las costillas de Adán.
Y al primer hombre le gustó tanto este milagro
que lo
primero que hizo
fue tocarse la costilla adyacente,
y
sintió un delicado hormigueo en sus dedos
al tocar aquellos
pechos firmes
y aquellas dulces caderas
tan iguales a los
contornos de la música.
Una nueva Eva surgió frente a
él.
Había encontrado un espejo
y se estaba pintando los
labios.
"¡Esto es vida!", dijo Adán,
y creó
una Eva más.
Y cada vez que la Eva oficial
se daba
la vuelta
o iba al mercado a por oro, incienso y mirra,
Adán
creaba una nueva odalisca
de su harén intercostal.
Pero
Dios se fijó en seguida
en la desordenada creatividad de
Adán.
Le envió una citación, le puso una denuncia divina,
y
le expulsó del Paraíso
por surrealista.
Marin Sorescu
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